martes, 23 de marzo de 2010

24 de marzo. Dia nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia

Hoy trabajamos con la canción de León Gieco La memoria e indagamos en los días oscuros de la historia  de nuestro país. Anotamos palabras claves en el pizarrón, compartimos anécdotas, preguntas, inquietudes.
Aquí les dejo algunos videos del canal encuentro:

Dictadura y represión


el mundial del 78
y
del golpe a Malvinas 

También encontrarán aquí, una gran cantidad de canciones que refieren al tema. Corrresponden tanto al rock como a la música popular.

Ahora todos sabemos la razón por la cual mañana no vamos a la escuela :)

lunes, 22 de marzo de 2010

El hombre ilustrado, Ray Bradbury.

En una tarde calurosa de principios de septiembre me encontré por primera vez con el hombre ilustrado. Yo caminaba por una carretera asfaltada, recorriendo la última etapa de una excursión de quince días por el Estado de Wisconsin. Al atardecer me detuve, comí un poco de carne de cerdo, unas habas y un bizcocho. Me preparaba a descansar y leer cuando el hombre ilustrado apareció sobre la colina. Su figura se recortó brevemente contra el cielo.
Yo no sabía entonces que era ilustrado; sólo vi que era alto, que alguna vez había sido esbelto, y que ahora, por alguna razón, comenzaba a engordar. Recuerdo que tenía los brazos largos y las manos anchas, y un rostro infantil en lo alto de un cuerpo macizo.
Me hablo antes de verme, como si hubiese adivinado mi presencia.
-Señor, ¿sabe usted dónde podría encontrar trabajo?
-Temo que no -le respondí.
-Cuarenta años y nunca he tenido un trabajo duradero -me dijo.
Aunque hacía mucho calor, el hombre ilustrado llevaba una camisa de lana, cerrada hasta el cuello. Los puños de las mangas le ocultaban las anchas muñecas. La transpiración le corría por la cara. Y sin embargo no se abría la camisa.
-Bien -me dijo al fin-, este lugar es tan bueno como cualquiera para pasar la noche.
¿No lo molesto?
-Si usted quiere, me sobra un poco de comida -le invité.
Se sentó pesadamente y lanzó un gruñido.
-Se arrepentir de haberme invitado -me dijo-. Todos se arrepienten. Por eso no paro en ningún sitio.
Aquí estamos, a principios de setiembre, en lo mejor de la temporada de las ferias.
Tendría que estar ganando montones de dinero en el parque de diversiones de cualquier pueblo, y aquí me tiene, sin ninguna perspectiva.
El hombre ilustrado se sacó un enorme zapato y lo examinó con atención.
-Comúnmente conservo mi empleo diez días. Luego algo ocurre, y me despiden. Hoy ningún hombre, de ninguna feria del país se atrevería a tocarme, ni con una pértiga de tres metros.
-¿Qué le pasa? -le pregunté.
El hombre me respondió desabotonándose lentamente el cuello apretado. Cerró los ojos, y con movimientos muy lentos se abrió la camisa. Luego, con la punta de los dedos,  se tocó la piel.
-Es curioso -dijo con los ojos todavía cerrados-. No se las siente, pero están ahí. No dejo de pensar que algún día miraré y ya no estarán. Camino al sol durante horas, en los días más calurosos, cocinándome y esperando que el sudor las borre, que el sol las queme; pero llega la noche, y están todavía ahí.
El hombre ilustrado volvió hacia mí la cabeza, mostrándome el pecho.
-¿Están todavía ahí? -me preguntó.
Durante unos instantes no respiré.
-Si -dije-, están todavía ahí.
Las ilustraciones.
-Me cierro la camisa a causa de los niños -dijo el hombre abriendo los ojos-. Me siguen por el campo. Todo el mundo quiere ver las imágenes, y sin embargo nadie quiere verlas.
El hombre se sacó la camisa y la apretó entre las manos. Tenía el pecho cubierto de ilustraciones, desde el anillo azul, tatuado alrededor del cuello, hasta la línea de la cintura.
-Y así en todas partes -me dijo adivinándome el pensamiento-. Estoy totalmente tatuado. Mire.
Abrió la mano. En la mano se veía una rosa recién cortada, con unas gotas de agua cristalina entre los suaves pétalos rojizos. Extendí la mano para tocarla, pero era sólo una ilustración.
En cuanto al resto, no sé cómo pude quedarme quieto y mirar. El hombre ilustrado era una acumulación de cohetes, y fuentes, y personas, dibujados y coloreados con tanta minuciosidad que uno creía oír las voces y los murmullos apagados de las multitudes que habitaban su cuerpo. Cuando la carne se estremecía, las manitas rosadas gesticulaban, los labios menudos se movían, en los ojitos verdes y dorados se cerraban los párpados.
Había prados amarillos y ríos azules, y montañas y estrellas y soles y planetas,
extendidos por el pecho del hombre ilustrado como una vía láctea. Las gentes se dividían en veinte o más grupos, instalados en los brazos, los hombros, las espaldas, los costados, las muñecas y la parte alta del vientre. Se los veía en bosques de vello, escondidos en una constelación de pecas, o hundidos en las cavernas de las axilas, con ojos resplandecientes como diamantes. Cada grupo parecía dedicado a su propia actividad; cada grupo era toda una galería de retratos.
-¡Oh! ¡Son hermosas! -exclamé.
¿Cómo podría describir las ilustraciones? Si en lo mejor de su carrera el Greco hubiese pintado miniaturas, no mayores que tu mano, infinitamente detalladas, con sus colores sulfurosos y sus deformaciones, quizá hubiera utilizado para su arte el cuerpo de este hombre. Los colores ardían en tres dimensiones. Eran como ventanas abiertas a mundos luminosos. Aquí, reunidas en un muro, estaban las más hermosas escenas del universo.
El hombre ilustrado era un museo ambulante. No era ésta la obra de esos ordinarios tatuadores de feria que trabajan con tres colores y un aliento que huele a alcohol. Era el trabajo de un genio; una obra vibrante, clara y hermosa.
-Ah, si -dijo el hombre ilustrado-, mis ilustraciones. Me siento tan orgulloso de ellas que me gustaría destruirlas. He probado con papel de lija, con ácidos, con un cuchillo...
El sol se ponía. La luna se levantaba ya por el este.
-Pues estas ilustraciones -afirmó el hombre-, predicen el futuro.
No dije nada.
-Todo está bien a la luz del sol -continuó-. Puedo emplearme entonces en una feria.
Pero de noche... Las pinturas se mueven. Las imágenes cambian.
Creo que sonreí.
-¿Desde cuándo está usted ilustrado?
-Desde el año 1900. Yo tenía entonces veinte años y trabajaba en un parque de diversiones. Me rompí una pierna. No podía moverme. Tenía que hacer algo para no perder el empleo, y entonces decidí tatuarme.
-Pero ¿quién lo tatuó? ¿Qué pasó con el artista?
-La mujer volvió al futuro -dijo el hombre-. Así es. Vivía en una casita en el interior de Wisconsin, no muy lejos de aquí. Una vieja bruja que en un momento parecía tener cien años y poco después no más de veinte. Me dijo que ella podía viajar por el tiempo. Yo me reí. Pero ahora sé que decía la verdad.
-¿Cómo la conoció?
El hombre ilustrado me lo dijo. Había visto el letrero al lado del camino.
¡ILUSTRACIONES EN LA PIEL! ¡Ilustraciones, y no tatuajes! ¡Ilustraciones artísticas! Y allí había estado, toda la noche, mientras las mágicas agujas lo mordían y picaban como avispas y abejas delicadas. A la mañana parecía un hombre que hubiese caído bajo una prensa multicolor: tenía el cuerpo brillante y cubierto de figuras.
-He buscado a esa bruja todos los veranos, durante casi medio siglo -dijo el hombre extendiendo los brazos-. Cuando la encuentre, la mataré.
El sol se había ido. Brillaban ya las primeras estrellas y la luna iluminaba los pastos y las espigas. Las imágenes del hombre ilustrado resplandecían en la sombra como carbones encendidos, como esmeraldas y rubíes con los colores de Rouault y de Picasso, y los cuerpos enjutos y alargados del Greco.
-Cuando las imágenes empiezan a moverse, me despiden. Ocurren cosas terribles en mis ilustraciones. Cada una es un cuento. Si usted las mira atentamente unos pocos minutos, le contarán una historia. Si las mira tres horas, las narraciones serán treinta o cuarenta, y usted oirá voces, y pensamientos. Todo está aquí, en mi piel; no hay más que mirar. Pero sobre todo, hay cierto lugar de mi espalda... -El hombre ilustrado se volvió-.
¿Ve? Sobre mi omóplato derecho no hay ningún dibujo. Sólo una mancha de color.
-Si.
-Cuando he estado con alguien un rato, ese omóplato se cubre de sombras, y se convierte en un dibujo. Si estoy con una mujer, al cabo de una hora su rostro aparece ahí, en mi espalda, y ella ve toda su vida... cómo vivirá y cómo morirá, qué parecerá cuando tenga sesenta anos. Y si me encuentro con un hombre, una hora después su retrato aparece también en mi espalda. Y el hombre se ve a si mismo cayendo en un precipicio, o aplastado por un tren... Entonces me despiden.
El hombre hablaba y al mismo tiempo movía las manos sobre las ilustraciones, como para ajustar los marcos y sacarles el polvo, con los ademanes de un conocedor, de un aficionado al arte. Al fin se tendió de espaldas, a la luz de la luna. Era una noche calurosa, serena y sofocante. Nos habíamos sacado la camisa.
-¿Y nunca encontró a la vieja?
-Nunca.
-¿Y cree usted que venía del futuro?
-¿Cómo, si no, podría conocer estas historias que me pintó sobre la piel?
El hombre, fatigado, cerro los ojos.
-A veces, de noche -dijo débilmente-, siento las figuras. como hormigas sobre la piel.
Sé lo que pasa entonces y lo que tiene que pasar. Yo nunca las miro. Trato de olvidarme.
No debemos mirarlas. No las mire usted tampoco, se lo advierto. Vuélvame la espalda cuando se vaya a dormir.
Yo estaba acostado no muy lejos. El hombre no tenía, aparentemente, un carácter violento, y las ilustraciones eran tan hermosas... Yo me hubiese ido lejos de toda esa charla. Pero las ilustraciones... Dejé que los ojos se me llenaran de imágenes. Con esos cuadros sobre el cuerpo, cualquiera podía perder la cabeza.
La noche era serena. Yo podía oír la respiración del hombre ilustrado, bañado por la luna. Los grillos cantaban dulcemente en las hondonadas lejanas. Me puse de costado para ver mejor las ilustraciones. Pasó, quizá, una media hora. Yo no sabía si el hombre ilustrado se había dormido, pero de pronto lo oí respirar:
-Se mueven, ¿no es cierto?
Esperé un minuto. Y luego dije:
-Sí.
Las imágenes se movían, Una por vez, uno o dos minutos. Allí, a la luz de la luna, con el menudo tintineo de los pensamientos y las voces distantes como voces del mar, se desarrollaron los dramas. No sé si esos dramas duraron una hora o dos. Sólo sé que me quedé allí, inmóvil, fascinado, mientras las estrellas giraban en el cielo.
Dieciocho ilustraciones, dieciocho cuentos. los conté uno a uno.
Primero, mis ojos se posaron en una escena, una casa grande con dos personas. Vi unos buitres que volaban en un cielo rosado y ardiente. Vi leones amarillos, y oí voces.
La primera ilustración tembló y se animó.

En El hombre ilustrado

Inspirados en Casa Tomada...

El cuento de Cortázar nos impulsó a trabajar en distintos relatos...


Cada grupo eligió una consigna y escribió un relato que pronto será publicado en el blog!


    * Redacta  una carta en la que el protagonista cuenta por qué se fue y por qué nunca volverá.


    *  Escribe el informe policial que redactan los policías al encontrarse con la casa vacía.


    * Realiza una producción en la que expreses cómo se hacen presentes tus miedos.


    * Produce un texto que comente el encuentro entre el operador inmobiliario y dos posibles compradores    de la casa.


    * Rescribe el final de Casa Tomada.

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Antes de alejarse tuvo lástima, miro como lamentándose hacia Irene, pero segundos después de sentir su corazón latiendo, tomo la mano de Irene y corrieron de regreso.

Mientras él buscaba la llave, Irene recogía el tejido, cuando vio algo brillando en el suelo... Pensó que era alguna de sus agujas, pero claramente era la llave.

La tomo y al intentar abrir la cancel comenzó a temblar, no solo por el frió que sentía, sino el temor de no poder enfrentarlos, de acobardarse. Entonces le dio la llave a su hermano, que con gran coraje no tardó en abrirla. En ese instante todo se había callado. El silencio les resultaba in cómodo. Creyeron haber conquistado la casa nuevamente. El viento que soplaba fuerte desde la entrada y rozaba sus cuerpos, los tenia expectantes a cualquier circunstancia o ruido extraño.

Momentos después de recorrer la casa para comprobar si estaban solos, el viento cerró una puerta y quedaron encerrados en una habitación, la puerta se trabó, las luces no encendían, el miedo invadía sus cabezas y de pronto escucharon pasos… Entre la oscuridad buscaron sus manos para jamás soltárselas pase lo que pase.

Suspendido en su cama, con poca energía para levantarse, Cortazar apagó el despertador que había interrumpido su sueño.

Francina y Nazarena


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…A las 10 de la noche, escucharon un segundo ruido. En ese momento Irene y Carlos se dirigieron al cuarto de armas: ella agarró un revolver y él una escopeta. Se encerraron en el patio esperando a que se  fueran. Esperaron dos horas. Luego abrieron con cautela la puerta de la cocina: todo parecía estar en orden, oscuro y silencioso pero al prender la luz encontraron una mesa servida. A  Irene, desesperada, se le escapó un disparo que dio en la araña del techo. Se corto la luz y se prendieron todas las velas de la casa, que ahora estaba repleta de gatos negros y paredes ensangrentadas. Una brisa friolenta capaz de ponerte los pelos de punta puso fin a esta historia.

Juan Manuel

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Cuando la policía llegó estaba la puerta cerrada.  Después de tres tocadas, la empujaron. Al derribarla un montón de tierra salió volando, luego entraron los policías y se dieron cuenta que estaba vacía además de silenciosa. Al terminar de inspeccionarla, solo encontraron polvo, como si la casa hubiera estado deshabitada hace años, lo cual era raro ya que los dos hermanos se habían marchado casi 30 minutos antes de que la policía llegara. Era como si la casa se sintiera mejor así deshabitada, o tal vez una persona, un guardia de ella, para los dos hermanos era así, no estaban seguros, pero sabían que nunca se debería haber mudado a aquella casa, es por eso que ellos dos se fueron lejos de allí. Y con respecto al dinero que no pudieron tomar antes de irse, la policía nunca lo encontró.

Alan Kette
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Querida Ana:
                    He decidido escribir esta carta para contarte por qué Irene y yo abandonamos la casa.
                    Aquella noche oscura escuché algo en el comedor o en la biblioteca, no estoy seguro. Eran ruidos sordos, imprecisos, no podían ser identificados. Cerré todas las puertas para impedir que nos invadiesen. Con el transcurso de los días, esos ruidos se iban tornando más próximos. Llegó un momento en el que casi toda la casa estaba tomada. Decidimos marcharnos.
                    No  quise enfrentar mis miedos, no quise ponerme ante ellos como un espantapájaros, que está siempre preparado para enfrentar cualquier situación inesperada. Simplemente escapé, sin arriesgarme, sin ganar ni perder. Escapé temiendo que llegase hasta mi y me tomase, sabiendo, en mi corazón, que quizá podría contra él. Pero no lo intenté, huí como un cobarde. Y ahora es que me arrepiento por no haber luchado contra lo que tanto me atormentaba. “¿Por qué he sido tan necio?. Ya es tarde para lamentarse. Voy camino a un nuevo infierno”.


Camila y Sofía
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Suena el teléfono de una agencia de bienes y raices, arreglaron un encuentro para ver la casa que está en venta. A la mañana siguiente se encuentran en la puerta de la casa. El vendedor le cuenta algunos detalles de la propidad, todo marchaba bien. Ya tenía casi vendida la propiedad. De pronto se enciende una luz y se ven unos muebles en el interior. El cliente  le pregunta por qué la casa todavía estaba amoblada (y como no se le ocurre nada) el vendedor tuvo lo que paso. Asustado el cliente se marchó.
   Afortunadamente (para el vendedor) había otro interesado que provenía del extranjero y no sabia nada de ocurrido,  pero también notó que había muebles en la casa. Entonces el vendedor le dijo que era un regalo de la agencía de bienes y  raices, por ser el cliente número 100. El cliente alegremente compro la propiedad sin si quiera dudar un segundo más.

Santiago y Gonzalo

miércoles, 17 de marzo de 2010

Casa Tomada, de Julio Cortazar

Si te quedaste con ganas de más...

Puedes releer o escuchar Casa Tomada (entre otros cuentos de Cortázar)

lunes, 15 de marzo de 2010

Lisístrata (la de la huelga de besos)

Actividad correspondiente al proceso de Diagnóstico 2010

Lisístrata

Lisístrata significa: aquella que disuelve los ejércitos. Es la protagonista de una comedia de Aristófanes, una obra de teatro ideada para hacer reír y pensar al público. Organiza una especie de huelga: las mujeres dejarán de amar a sus hombres si ellos no dejan de hacer guerras. Los hombres, hambrientos de besos, se amedrentan. Lisístrata y sus amigas, vencen. Hay paz.
Voces griegas, Beatriz Masini

Lisístrata versión 1. Por Juan Cruz, Juan Manuel, Santiago, Gonzalo


Mientras hubiera guerra, las mujeres no amarían a sus hombres. Era una como una huelga cuya estrategia era serles indiferentes hasta tanto se hiciera la paz.

Corría el año 700 antes de cristo en las cercanías de Atenas y las rocas estaban blancas de nieve cuando por fin terminó la guerra. Los hombres a partir de entonces se consiguieron un trabajo digno, se encontraron nuevas formas de conseguir territorios y por fin las mujeres, comenzaron a quedar embarazadas nuevamente. La reina, agradecida con las mujeres, les hizo grandes regalos y ofrendas.


Lisístrata versión 2. Por Catherine C., Manuel B., Ángeles P., Martina B.

Las mujeres tenían un plan para poner fin a las guerras. Harían una huelga en la que no besarían a los hombres hasta tanto acabara la guerra.

Las mujeres se paraban frente a las casas y se mostraban indiferentes ante ellos. Esta era la forma de expresar su descontento.

El plan fue todo un éxito y aunque terminó la guerra muchos hombres pidieron el divorcio. Las mujeres entendieron la magnitud de su poder y se transformaron en un importante actor social.


Lisístrata versión 3. Por Canciani, Courreges, Kette, Sosa.


Corría el año 500 antes de cristo, cuando el grito de Lisístrata retumbó en las ruinas de una iglesia y se escuchó del otro lado de la ciudad. Pedía por paz.

Organizó una huelga. Las mujeres no besarían a los hombres hasta que terminen de pelear en la guerra. Las consecuencias fueron caóticas puesto que los hombres se quedaron sin mujeres. Las mujeres no pudieron concebir nueva vida. La homosexualidad se transformó en la única opción.


Lisístrata versión 4. Por Nazarena, Nicolás R, Lucas B., Francina M.

Un atardecer, en una pequeña ciudada francesa, en medio de las ruinas de la guerra y alejada del caos, Lisístrata y sus amigas organizan una huelga de amor con los hombres hasta tanto dejen la guerra.

Pero cuando terminó, en los barrios destrozados por las poderosas armas de la segunda guerra mundial, se podía sentir la esperanza de un cambio. Los hombres se sentían en paz, las mujeres ya no sentían tristeza y los jóvenes estaban seguros de que les quedaban muchos años por vivir.

Versión 5 Por Roberta Fumiatti, Santiago Riccardi, Matías Inveninato y André Courreges

Los hombres no pueden vivir sin amor, pero las mujeres no les darán besos hasta tanto acaben con la guerra. Cuando los hombres no pudieron más con la abstinencia de besos, en la plaza principal declararon a las mujeres su amor. Nunca más se separaron de ellas y las valoraron. Hasta consultaron los proyectos con ellas.Tanto estaban a su lado que andaban ellas con las mandíbulas cansadas de repartir besos.

viernes, 12 de marzo de 2010

Bienvenida

Les doy la bienvenida al blog del aula.

Utilizaremos este espacio para interactuar con textos, imágenes y videos, pero también lo usaremos para expresarnos, para registrar el trabajo del año, para producir y para estudiar.

Para participar, tengan en cuenta el uso correcto de la lengua escrita (pueden escribir en otro archivo que contenga un corrector y luego pegarlo, ya corregido en el post).

Es importante así mismo que utilicen la cantidad de recursos dispoibnles del lenguaje hipertextual: imágenes, videos, audios.

Es fundamental incorporar las nuevas teconologías al proceso de enseñanza y aprendizaje por eso los invito a familiarizarse con ellas a proponer usos de otras plataformas, redes, etc.


Y para finalizar, les propongo pensar a partir de la tira de humor gráfico de Liniers, en las posibilidades que nos brinda la literatura.